Gastronomia
El mole y Día de Muertos: Una tradición gastronómica y cultural que conquista los corazones
Cada año durante el Día de Muertos el mole se convierte en el platillo estrella en muchas regiones de México especialmente en Oaxaca donde su preparación es un verdadero ritual de sabor y tradición. Este platillo no solo es una de las joyas de la gastronomía mexicana, un símbolo de la conexión con los ancestros un legado que representa tanto la riqueza cultural como el amor por la familia y la tierra.
¿Qué es el mole? Un sabor con historia prehispánica
Tiene sus raíces en la época prehispánica y su nombre proviene del náhuatl molli o mulli, que significa salsa aunque existen muchas variedades todas se basan en una combinación de chiles, especias y otros ingredientes que crean un sabor único y profundo con el tiempo el mole se ha convertido en un elemento esencial en las festividades mexicanas y cada región le imprime su sello distintivo. Sin embargo es en Oaxaca donde esta tradición alcanza un esplendor especial y durante el Día de Muertos adquiere un significado aún más profundo.
Los tipos de mole en Oaxaca: Sabores para cada ocasión
Oaxaca es conocido por su variedad de moles entre los que destacan el mole negro y el chichilo ambos tradicionales para ocasiones especiales. A lo largo del año en las mesas Oaxaqueñas es común encontrar otros tipos de mole como el verde y el amarillo más ligeros y adaptados al día a día la preparación del mole Oaxaqueño para el Día de Muertos es una actividad llena de simbolismo y devoción donde cada familia aporta su toque especial: hay quienes lo espesan con pan de yema o bolillo mientras otros prefieren galletas de animalitos o semillas de cacao.
Preparación del mole para Día de Muertos: Un ritual culinario
La elaboración del mole comienza semanas antes del 1 y 2 de noviembre con la selección de los mejores ingredientes en los mercados locales. Familias enteras ahorran durante el año para comprar ingredientes frescos y de calidad desde guajolote hasta las especias más selectas los mercados se convierten en una verdadera verbena donde las familias buscan lo mejor sin escatimar en gastos pues se trata de recibir a sus seres queridos difuntos con un banquete digno de su memoria.
Una de las etapas más laboriosas en la preparación es la de tostar y freír cada ingrediente un proceso que lleva tiempo y dedicación ya que se deben cuidar los tiempos de cocción para resaltar los sabores de cada elemento. Una vez tostados los ingredientes se muelen en metate, molino o licuadora hasta formar una pasta espesa que poco a poco se sazona con caldo de carne hasta lograr la textura y el sabor deseado finalmente se endulza al gusto y se deja cocinar lentamente logrando un mole denso y lleno de matices listo para acompañar tamales o guisos que se servirán durante la reunión familiar.
La celebración del Día de Muertos es más que un momento de reflexión es también una ocasión de convivencia. La cantidad de alimentos preparados debe ser suficiente para agasajar a todos los visitantes ya que en muchos pueblos esta es una tradición sagrada la esencia de esta costumbre es recordar y celebrar a los ancestros compartiendo el fruto del trabajo y la devoción familiar.
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