Cultura
Hanal Pixán: Entre raíces Mayas y sincretismos del Día de Muertos
En la cultura maya el ser humano tiene una naturaleza dual: cuerpo y alma. Estos dos elementos se separan al momento de la muerte y el alma o pixán inicia su travesía hacia el inframundo conocido como Xibalbá que se traduce como «el lugar donde se desvanecen» en este contexto Hanal Pixán o la «comida de las ánimas» es una celebración única que refleja tanto la profunda conexión con la cosmovisión maya como el sincretismo con la tradición católica del Día de Muertos.
La muerte en la cultura maya
Los mayas creían en un creador supremo, Hunab Kú y en un universo sostenido por los Bacabes dioses que mantenían el mundo en equilibrio desde los cuatro puntos cardinales. Cada uno de estos dioses estaba asociado a un color y una dirección: Xaman (blanco) al norte Nojol (amarillo) al sur, Lakín (rojo) al este y Chikín (negro) al oeste en el centro de este cosmos se alzaba la ceiba o Ya’ax Che’ un árbol sagrado que conectaba los trece cielos y los nueve niveles del inframundo.
El pixán, o alma era considerado el aliento vital otorgado por los dioses al ser humano en el momento de su concepción. Tras la muerte física el pixán debía emprender su viaje al inframundo y los mayas realizaban rituales para acompañar a los difuntos en este proceso el cuerpo se amortajaba y se colocaba una pequeña cantidad de masa de maíz en la boca del fallecido para evitar que sufriera hambre en el más allá además se enterraban objetos personales según el estatus social del individuo como armas para los guerreros o utensilios para las mujeres.
El inframundo maya no era un lugar de castigo, sino una etapa en la transición del pixán hacia la eternidad. En este contexto no solo es un tributo a los muertos también una celebración de la vida que conecta el presente con las profundas raíces ancestrales de los mayas.
Sincretismo y el Día de Muertos
Aunque tiene un origen profundamente maya la celebración del Día de Muertos en México es un claro ejemplo de sincretismo entre las tradiciones prehispánicas y el catolicismo. El Día de Todos los Santos y Fieles Difuntos que se celebran el 1 y 2 de noviembre son herencias de la liturgia católica traída por los españoles pero en regiones como la Península de Yucatán estas fechas se fusionaron con las creencias locales para dar lugar a una celebración única.
El altar es un elemento central en esta festividad y en las comunidades mayas de Campeche se coloca una cruz verde que simboliza la ceiba el árbol sagrado. En los altares se incluyen ofrendas como alimentos tradicionales agua, copal y objetos personales que el difunto apreciaba en vida para los niños se utilizan colores vivos mientras que para los adultos predominan el blanco y el negro.
El pibipollo es el platillo estrella durante Hanal Pixán este tamal gigante cocido bajo tierra representa el cuerpo del difunto que desciende al inframundo. Preparado con esmero el pibipollo simboliza la conexión entre el mundo de los vivos y el de los muertos una metáfora culinaria que refleja la cosmovisión maya.
El altar: Una ventana al mestizaje cultural
Cada altar es único y refleja la riqueza del mestizaje en México en los altares de Campeche además de la cruz verde se colocan jícaras de atole, tortillas y guisos que representan los cuatro puntos cardinales y el calendario sagrado maya. El uso de flores de cempasúchil un elemento importado del centro del país es otro ejemplo de cómo las tradiciones se han fusionado a lo largo del tiempo.
Las ofrendas varían según la región, pero el propósito es el mismo: honrar a los ancestros y mantener viva su memoria. En los pueblos mayas se cree que las almas de los difuntos regresan guiadas por el aroma del incienso y los alimentos preparados con amor para los mayas la muerte no es el fin, sino una etapa más en el ciclo de la vida y a través de estas ofrendas se celebra la continuidad de ese ciclo.