«La Tragedia» Cuarta parte de la entrevista realizada a la mamá de Octavio Ocaña

AQUÍ La Revista Del Sureste presenta la cuarta y penúltima parte la entrevista realizada a la señora Ana Lucia, madre del difunto actor, Octavio Ocaña.

Revive en esta entrega «La Tragedia» el momento en que los padres del histrión tabasqueño se enteraron de la noticia que marcó sus vidas.

Cuando pasó su tragedia, nosotros nos fuimos a Campeche, ya le habíamos dicho que íbamos a salir y él dijo -que envidia, dichosos, pásensela bien, pero vienen a mi cumpleaños- le dijimos, sí hijo regresando 2 días antes nos vamos para allá.

Íbamos a un recorrido, Mérida, Chetumal, íbamos a andar en varias partes con mis suegros, ese día le marcó a su papá- ¿Qué pasó? ya estamos aquí en Campeche- y él le dijo -Ok, yo ando aquí con fulano y sultano- que era con las personas que lo mataron, le dijo su papá, cuidado ¿a dónde vas- no pues vamos a Cuautitlán, vamos a echarnos unos pulques- con las 2 personas que iba, era un amigo mecánico y un sastre.

«Pero de todas maneras entre 4 y 5 de la tarde yo ya regreso, voy con Neri en la tarde a una fiesta de disfraces»

Octavio Ocaña, el día de su muerte durante una llamada con sus padres

Pero mira, sorpresa, mi hijo… Nosotros estábamos allá en Campeche, íbamos a Mérida, mi hijo lo matan entre 4 y 5 de la tarde y nos avisan a las 11 de la noche, nos avisó mi hija, le hablan a mi yerno, él quería mucho al esposo de mi hija que vive allá en la Ciudad de México, era su hermanazo, se decían brothers.

Ese día, él no quiso ir con guardaespaldas, no quiso que los guardaespaldas fueran con él, aunque sea uno, él dijo, no, quédense los dos con la señora, yo me voy solo

Cuautitlán tiene mala fama

Ya en la noche estábamos cansados, íbamos a ver unas familias de mi esposo que viven allá en Campeche, él me dijo ya me quiero ir al hotel a dormir, ya, nos acostamos, pero yo no me dormía, estaba viendo la tele, a las 11 suena el teléfono.

Le hablan a Roberto, mi yerno, y le dicen los guardaespaldas, Robert necesitamos que vengas, es un problema con Tao, está en el hospital, cosa que mi hijo nunca llegó al hospital, jamás lo llevaron al hospital, no le dieron ayuda hospitalaria, lo dejaron morir ahí, mi hijo murió ahí, lo dejaron morir porque como lo habían matado, no les convenía llamar ambulancias ni nada.

Le avisan que está en Barrientos, pensó que estaba detenido, llega y pregunta ¿qué pasó? entonces ya le dicen a mi yerno, -no pues es que, Tavo está muerto- obviamente mi hija se inquieta, ve 11:30, 12, los perros de su casa empiezan a aullar, le da mala espina, se baja a agarrar un taxi a Barrientos.

Le habla mi hija a su papá cuando se transporta para allá- Tavo está en el hospital- yo dije no ¡Dios Mío! quién sabe que habrá pasado, y sí fue una cosa una angustia, al poco rato le habla un amigo a mi esposo le dice -oye es que te tengo que decir algo, tienes que venirte ya, tu hijo está grave, pero mi esposo presentía, ¿grave o muerto? tu hijo está muerto, mi esposo cuando le dijeron eso, sintió que le caía un balde de agua fría en el cuerpo y se armo de valor para decirme a mí.

Me dijo se fuerte, te tengo que decir algo, tu hijo está muerto, en ese momento me enloquecí, ‘no mi hijo no está muerto, no lo está’ es algo que cuesta mucho, los días han sido… entre más pasan, más nos pega ir asimilando su partida, era el más chiquito, el que más necesitaba de nosotros, nuestro bebé y nuestro campeón.

“Es un sueño del que quisiera despertar, y quisiera que volviera a nacer, volverlo a criar y que llegara a sus 22 años, pero ya será en la vida eterna, él era mi niño, el más chiquito y siento que me necesita, no se cual haya sido su reacción a la hora de morir, a mi me dejaron muerta en vida y a su papá igual, nos dejaron muertos en vida”.

“Nunca lo voy a superar, este dolor como todas las madres, que pierden a sus hijos, nosotras esperamos que nuestros hijos nos entierren, no nosotros a ellos”.